Hoy me he despertado antes de que sonara el despertador. No sé bien porqué. ¡Ah, si! Me notaba baja de azúcar así que salí de la cama sin hacer ruido y me comí un plátano mientras se hacía el café y las tostadas. Desayuné mirando facebook en la tablet. Pude comprobar que Pablo a las 4 aún se abría camino a este lado, que Maya estaba respirando mal y que Lidia ha hecho unos cupcakes impresionantes. No me dió tiempo a más porque mi gatillo empezó a desperezarse y a llamarme en sueños. Este café ya me lo tomaré frío, saborearé mejor el segundo. No me dió tiempo más que a hacerme un pequeño esquema mental de las tareas del día: habitación de los niños y salón,doblar la ropa que tendí ayer, terminar el bloque de la colcha de Ethan y seguir tejiendo el pony. Aún queda mañana sin cole. Qué poco me gusta andar con prisas. Disfruto tanto teniendo a Ethan en casa todo el día. Aunque la mayoría del tiempo se baja al patio a jugar con sus amigos pero se que está ahí, que puede tocar en cualquier momento al telefonillo: mamá, abre que me meooooo (muy fino, mi chico jaja), o porque quiere agua, o venir a por un juguete. Pero eso de tener que andar pendiente del reloj no me motiva nada. Me estresa.
No sé si ocurre todas las noches pero hoy he sentido como mi cachorrillo me buscaba por la noche, acurrucaba su espalda contra mi pecho y me cogía el brazo para rodear su cuerpecillo y le oigo murmurar: te quiero grande mai. Comprenderéis que he dormido más a gusto que un piojo en cabeza ajena.
Domingo de semana santa, gris y fresquito, después de unos radiantes días de sol y calor que invitan al relax y a la contemplación pero eso debe de quedar para otros, yo voy a currar pero como disfruto tanto, lo incluyo en el relax. Tengo suerte de poder hacer lo que me gusta, aunque no me haya ido a ningún sitio, pero he podido disfrutar al 100% de mi pequeña familia. No creo que se pueda ser más afortunada.
Feliz domingo!